martes, 8 de noviembre de 2011

La ironía de tus palabras, de tus gestos...

Es irónico. ¿Hubo un hueco para mi en tu ajado corazón? No... ¿Creer a tus dulces labios recitar palabras ahora? No. Palabras viles y odiosas nacerían en la punta de tu lengua. Mis oídos las percibirían en milésimas, y, justo ahí, lágrimas halladas resbalando por el costado de mi nariz. Formando un pequeño río por el este de mis mejillas. Y aun nublados puedo divisar en tus ojos miedo. Incluso desprecio, no obstante, amor queda muy lejos del esquema de tus ojos. Porque en respecto a ti, no hay más miedo sincero. Al igual sé qué también podría quererte más qué a nadie. Pero no fui dejada atisbar sobre ti. Ni quererte a todas horas, en cualquier alcoba. ¿Era antojo tuyo nuevo? ¿Una presa nueva para tus juegos? Ahora lo creo.

Te busqué de un final imposible, perfectamente olvidado.

- Es curioso, pero ya ni siquiera recuerdo exactamente cómo es. No recuerdo su voz, su tono, pero aquí sigue su dulzura, me olvidé de sus ojos pero no de su mirada. 
- ¿Y acaso qué esperabas? Sólo un loco pensaría en alguien como tú. 
- Me duelen las palabras, que hechas diálogo, hoy son recuerdo al viento, que allá donde van, morirán, espero. 
- ¿Cuál será ahora tu camino?
- No lo sé. ¿Y si lo busco y no está?
- Si lo buscas y no está, para ti no está, entonces es que te equivocaste, y jamás lo debiste amar. 
- Pero y si aquí sigue...
- Si aquí sigue...
- Y es el nudo en la garganta, el grito ahogado en el pecho, las horas perdidas al tiempo...
- Entonces es que no te equivocaste, y verás que no miento. 
- Pero y si...