martes, 31 de enero de 2012

Volví a ojear el atardecer.

Volví a ojear el atardecer, una noche más. No obstante, no aprecié su efímera magnificencia. Dado que ya no me percato de las cosas bellas. En estos momentos no me paro a atisbar la felicidad anidada en algun lugar, objeto o persona. Me encuentro abatida ante todo. Cuanto más dejo demorar el tiempo mi alma se vuelve más fría. ¿A quién atribuyo la culpa? A ti. Tú, solo tú, eres el causante de todo mi dolor. Por ti, he dejado estacionarse la melancolía en mi pecho. Los días pasan de claro en claro y de turbio en turbio ,pero no desvanece. Sigue jugando con su pequeña diversión de oprimirme el corazón. De enmarañar más mis recuerdos felices. Anhelo su partida.
Una carcajda liberada, alguna mirada indiscreta, eres tú. Estas cerca. Fingo estar bien. Cuando ya tu sombra también se haya lejos de mi, vuelve a entristecerse mi semblante, vuelvo a mi tristeza continua y perecedera por lo que parece. Es como si no hubiera nada en mí. ¿De verdad hay algo? No lo creo. No queda alma escondida en lugar recondito, no hay felicidad en mí. No hay nada.
Cuatro paredes y mi eterna soledad, cual peor pensamiento más se juntan las paredes. Más siento estallar mi pecho. Cuatro paredes y un techo, seis esquinas, en cada una alojadas ilusiones, desvanecidas en poco a lo largo de los meses. Cuatro paredes, un techo y seis esquinas, dos ventanas, en cada una escribí mensajes sobre ti, sepultados bajo el vaho. Cuatro paredes, un techo y seis esquinas, dos ventanas, un suelo, en él; se refleja toda mi vida, como he perdido el norte innumerables de veces, como he caido abatida.
Esta celda me tiene encerrada sin dejarme atisbar una minuscula chispa de felicidad. Al plantar mi rostro frente al espejo, diviso mi rostro demacrado tras las ojeras. Horas, meses, días sin conciliar sueño alguno. Tic tac. Tic tac. Las paredes crujen, se vuelven a posicionar más cerca de mi. Lo único a lo que tengo derecho, la celda del castigo, la más recondita, la más aislada, a donde nadie tiene acceso, la fábrica de los sueños que nadie compró.

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