martes, 13 de agosto de 2013

Usurpadores.

Nuestros pies son parados antes personas como muros negros. Barreras para nuestra libertad. Innumerables veces arrebatada. Ansiamos divisarla en nuestras manos, cerrarla en un puño y sentirla circular por cada fibra de nuestro ser. Personas hipócritas con anhelo de lo que está en nuestro poder, disfrutan con la infelicidad de los que apenas tenemos un resquicio de la felicidad. Entonces, en ese instante que consiguen usurpar las pequeñas chispas de felicidad de nuestro interior, comienzan a sentir ellos felicidad de su condición; Lujuria oliendo a felicidad. Lo que ellos llaman placer. Hijos del Diablo, el diablo dolor. Porque la infelicidad no es más que dolor alojado en nuestras entrañas. Dolor que te consume poco a poco, extasiándose con cada pequeño sufrimiento, inundando los felices. Privándote de los sueños, anhelos, visiones de futuro, deseos, proyectos, aspiraciones. Te priva de todo, y te ofrece desengaño, la realidad en todos su semblante oscuro. ¿Qué fue de la felicidad? Ahora en mi alma solo se haya su definición, escondiendo un último anhelo entre las letras...
La felicidad es gloria, en su fin risa, volviendo a incitar a la gloria.

        Y aquí dejo mi última risa, ahora robada. 




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